España rechazó este a 720 argentinos

lunes, 2 de noviembre de 2009


Los argentinos que planean visitar a sus familiares en España para las Fiestas se enfrentan a la posibilidad de ser “inadmitidos” y deportados, luego de pasar días “retenidos” en un pequeño cuarto del aeropuerto, aunque cumplan con las duras exigencias que impone ese gobierno. Varios compatriotas que no pudieron ingresar se quejan de que la “portación de cara” influye en el proceso tanto o más que la documentación. Un fenómeno que alcanzó al popular grupo de rock Divididos, cuyo baterista y uno de los técnicos fueron detenidos en Madrid. Los guardias se defienden: “No somos nosotros, es la ley”.

Por Laura Gambale

“Hagan lo que hagan no van a pasar, así que no se alteren ni nos traigan problemas”, desafió el guardia a una pareja de bailarines de tango de Córdoba en la sala de espera de Retornados del Aeropuerto de Barcelona. Comenzaban para ellos horas de encierro y angustia que deberían vivir por ser “peligrosos” y no tener la “carta de invitación” de un residente de ese país. Esta es la historia de Walter Vergara y María Silvia Alvarez y su frustrada visita a España, en noviembre de 2007.


“Viajamos para darle una sorpresa a mi hermano Hugo, que es residente español y estaba por casarse en Barcelona el 19 de noviembre”, explica Walter. La idea de sorprenderlo en la noche de su boda fue ocurrencia del español Jordi Jackas Bahi, jefe de Hugo y amigo de la familia Vergara, “quien nos pagó los pasajes, se ocupó de que mi hermano no sospechara de nuestro viaje y nos esperó en el aeropuerto para darnos la bienvenida. Pero todo fue inútil. Jordi, al enterarse, habló con los guardias, les dijo que él se hacía responsable de la invitación, que firmaba lo que fuera necesario, pero fue en vano”, continúa Walter, todavía indignado. Después de largas horas de espera en el aeropuerto y de asistir a la entrevista donde se pasa lista de los antecedentes personales de los demorados, las profesiones a las que se dedican, cuánta plata tienen, propiedades en Argentina, entre otras cosas, los llevaron a “un hospedaje” donde podrían “bañarse y descansar”, ironiza el bailarín cordobés al recordar la mentira que recibió de otro guardia con respecto a la sala de Retornados, donde tuvieron que dormir “encerrados bajo llave, con las luces apagadas, donde había un baño sucio, sin toallas ni jabón, camas que no tenían sábanas y estaban manchadas con restos de vómito y sangre, y con un teléfono sin salida al exterior”.

La carta o la vuelta. Según las cifras oficiales de la Cancillería argentina, desde enero de este año hasta fines de septiembre llegaron 90 mil argentinos a los aeropuertos españoles y unos 720 fueron inadmitidos, 708 de ellos en el Prat, aeropuerto de Madrid, y 12 en el de Barcelona. El año pasado viajaron 170 mil compatriotas y hubo 1.101 rechazados, 600 en Madrid y 501 en Barcelona; y en 2007 fueron 600 los argentinos que no pudieron ingresar de un total de 200 mil. Un vocero de la Cancillería dijo a PERFIL que “este año ya fue citado tres veces el embajador español, Rafael Estrella, para comunicarle la preocupación del canciller Jorge Taiana respecto al aumento progresivo de rechazos de argentinos y para que transmitiera a la Cancillería española la necesidad inminente de encontrar una solución a dicha situación”.

Walter y María Silvia estuvieron 20 horas a disposición de la policía aduanera, “soportando maltrato psicológico y cumpliendo órdenes como si fuéramos delincuentes”. La pareja inició una demanda civil y penal contra el Reino de España por “Discriminación, tratos crueles, inhumanos y degradantes” en los tribunales de Córdoba, el 22 de febrero de 2008, lo que convierte el suyo en el primer caso con consecuencias judiciales por discriminación en un país europeo. A ellos les faltó “la carta de invitación” de un español con vivienda, el documento que se exige a los que llegan sin reserva hotelera confirmada mediante tarjeta de crédito. “Es un requisito que demora de uno a dos meses, cuesta 101 euros y 6 euros por cada persona adicional en caso de una invitación a varios extranjeros, y lo debe realizar el español que recibirá al invitado en la comisaría de su barrio”, explica a PERFIL el cónsul general argentino Luis García Tezanos Pinto, del Consulado General de Madrid, que tiene bajo su jurisdicción los aeropuertos de Barajas y el Prat, principales focos de detención.

Cinco días en España. Leandro Pazos es músico, tiene 26 años, y llegó a Barcelona a principios de noviembre de 2008 con la intención de recorrer, pero tampoco pudo ingresar. Tenía pasaje de vuelta, pasaporte al día, más de 2.000 euros y una reserva de hospedaje para la primera noche. “Antes de viajar fui al Consulado español de Buenos Aires para asegurarme de cumplir con los requisitos. Pregunté si era necesario contar con una carta de invitación y me dijeron que no, pero que hiciera una reserva de hotel, así que la hice por una noche en el Hotel Rialto”. A llegar se dio cuenta de que la carta de invitación faltante sería la puerta de entrada a la sala de Retornados del aeropuerto, donde pasó la primera de cinco noches preso. “Te tienes que volver en el primer vuelo de la compañía en la que has llegado”, le dijo el oficial que lo entrevistó, pero ese vuelo salía sólo el sábado. “Esa noche dormí en un cuarto sin ventanas y custodiado por un oficial. Al otro día me llevaron ante una jueza de instrucción, a la que tuve que esperar cinco horas en un calabozo de 2m x 2 m, en el que afortunadamente estuve solo, ya que podría haber estado en compañía de un delincuente común.”

Ni su amigo español, que al enterarse se presentó en el juzgado para hacerse responsable poniendo de garantía su casa, ni su padre, que es abogado y funcionario de la Auditoria General de la Nación con fuerte incidencia en el Consulado argentino de España, pudieron ayudarlo. “Fui trasladado al Centro de Internación de Extranjeros (CIE) de Barcelona ya que en el aeropuerto se puede permanecer hasta 72 horas por ley. Entonces, fui a parar a una cárcel donde están los ilegales que esperan ser devueltos. Me desnudaron, me quitaron las pertenencias y me hicieron cumplir un régimen carcelario con visitas de 20 minutos diarios, comidas y horarios para dormir”. El calvario terminó el sábado: “Me esposaron y trasladaron en el carro celular que usan para delincuentes comunes. Al llegar, dos policías me acompañaron hasta el avión y entregaron mi pasaporte al comandante. Sólo entonces empecé a sentir que recuperaba mi libertad”.

¿Portación de cara? “Llamé al Consulado argentino en Madrid para que me ayudaran a entrar pero me respondieron que me vuelva, que no había nada que pudiera hacerse ya que la policía saca a una cantidad fija de extranjeros por día”, cuenta Mariano, a quien tampoco le creyeron que era un turista que quería pasear unos días por la tierra donde “nació mi abuela paterna”. Llegó en febrero de este año al aeropuerto de Barajas, con dinero, pasaje de vuelta y una impresión de las reservas hoteleras “que pagué desde Buenos Aires, pero como no tenía los tickets, ya que el trámite fue hecho por Internet, era lo mismo que nada”, explica, y se enoja al recordar que “ninguno de los guardias se molestó en levantar el teléfono para corroborar que no mentía”. Fue llevado al centro de retención del último piso de ese aeropuerto. “El lugar no tenía ni una ventana, hacía frío, estaba custodiado por varios policías, y para comer tuve que hacer fila con una bandeja como en una cárcel. Si bien mi caso se resolvió rápido, además de quitarme un viaje que me costó esfuerzo y esperaba hace mucho, sufrí un fuerte daño psicológico”, dice. Esa noche fue devuelto en el primer vuelo hacia Argentina de la empresa Aircomet. Mariano aconseja no viajar en los primeros vuelos de la mañana ya que “la policía de aduana tiene que sumar una cantidad fija de extranjeros rechazados por día, y en las primeras horas es cuando más se ‘trabaja’”, aunque cree que, en definitiva, “el ingreso se define por ‘portación de cara’”.

Say no more. “Estuve 28 horas privado de mi libertad por haber sacado el boleto de vuelta por ticket electrónico, por no llevar dinero encima sino en el equipaje, y por no tener paga la reserva realizada en el hotel”, cuenta el pampeano Federico Giacobbe, otro turista que se quedó sin poder visitar a su primo de Madrid, y sin recorrer el país por 17 días. Le quitaron el equipaje y lo mandaron al sector de rechazados junto a otras 45 personas, “rodeado por guardias que se movían nerviosos pensando cómo hacer para seguir metiendo extranjeros”. Cuando llamó al Consulado, le dijeron que “la policía aduanera es tan grande y poderosa que no podían hacer nada para ayudarme”. En fin, pasado el mal trago español, una nueva sorpresa lo esperaba en Argentina. “Tuve que esperar tres días para recoger mi equipaje, ya que había quedado en España. Según me informaron en Ezeiza, es común que esto les ocurra a los que fueron rechazados y devueltos como yo.”

El 22 de febrero de este año, a Margaret Olivera tampoco la dejaron ingresar a Madrid por no llevar carta de invitación. Ella, junto a su marido y su hijo menor de edad, fueron apartados a la sala de “rechazados de Barajas”, donde estuvieron “más de 12 horas sin bañarse, ni descansar, y casi sin comer. Mis hermanos tienen residencia allí, pero cuando consulté a las autoridades del Consulado acerca de la invitación formal no le dieron demasiada relevancia, y por eso mi familia y yo, tampoco”.

Hasta el momento, las políticas consulares adoptadas para bajar el índice de rechazados funcionaron en Cataluña, donde “todos los días, un representante del cuerpo consular de Barcelona hace guardia con un abogado español en la puerta del aeropuerto para controlar y contener los problemas que pudieran surgir”, comentó la misma fuente oficial de Cancillería. Con respecto al Prat (Madrid), agregó que “se está evaluando un operativo similar de manera conjunta con el resto de los países del Mercosur”, ya que es un destino con mayor cantidad y frecuencia diaria de arribos de la región del Cono Sur.

¿Una relación fraternal? “Los tratados bilaterales entre el Reino de España y la Argentina en materia de inmigración están siendo violados, ya que la igualdad de derechos está siendo vulnerada,” advierte el abogado Carlos Slepoy, con una larga trayectoria en el campo de los derechos humanos, y miembro de la Casa Argentina en Madrid, la mayor asociación civil de argentinos en toda España. Según Slepoy, mientras el Estado español utiliza trabas legales para que los argentinos no ingresen, la Argentina continúa manteniendo el acceso libre para los españoles”. Slepoy recibe por mes “más de 100 denuncias” por la denegación del ingreso, con un alto porcentaje de rechazados por “desconfianza del aspecto físico y no por falta de documentación reglamentaria”.

Cada vez son más los argentinos cansados de sufrir un trato radicalmente opuesto al que han gozado históricamente los inmigrantes españoles en la Argentina y también son muchas las personas ligadas a asociaciones civiles y a organizaciones de derechos humanos que buscan una solución. Silvia Martincich es una de ellas, por eso trabaja hace casi un año recopilando testimonios de damnificados directos de varios países de Latinoamérica. “El objetivo es realizar una denuncia conjunta por violación de los derechos humanos y presentarla a los organismos nacionales e internacionales involucrados”, dice, y pide que aquellos que quieran sumar su caso, lo hagan a través del correo inadmitidosfronteraiberica@hotmail.com.

En la actualidad, resulta paradójico pensar que “cruzar el charco” puede resultar diez veces más difícil que en los tiempos de nuestros abuelos, cuando ellos lo hicieron en barco, sin plata y con ansias de trabajo. Unos 250 mil argentinos lo lograron y hoy viven en España, según el último estudio realizado por el Casal Argentino, la principal asociación de argentinos en Barcelona.

“La Embajada argentina en España no cuenta con una cifra oficial, ya que muchos argentinos ingresaron con pasaporte de la Comunidad Europea, y tomamos de referencia la cifra aproximativa del Casal Argentino”, estimó ante la consulta de PERFIL la secretaria de la legación diplomática, María Belén Bogado.

Entonces, si suponemos que al menos un familiar argentino quiere ir de visita, son por lo menos 250 mil las personas que deberán tener muy en cuenta los requisitos legales para el ingreso.

Para ver a sus seres queridos, entonces, deberán contar con 62 euros por día de estadía, tener pasaporte al día, llevar la famosa carta de invitación, presentar pasaje de vuelta que no supere los 90 días y contar con seguro médico internacional no menor a 30 mil euros. Y además, cruzar los dedos.

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