La tecnocracia venusiana, por Florencia Abbate

martes, 2 de marzo de 2010


“Espero que puedas tener algo de esperanza y no pura apatía y desconfianza”, me dice uno de los varios activistas de Zeitgeist que me escribieron un mail después de haber leído mi última contratapa. “Nosotros dedicamos tiempo de nuestras vidas a intentar construir algo mejor”, continúa. “Creo que no somos funcionales; funcional sería criticar organizaciones que buscan el cambio”.

Porque tengo algo de esperanza, me intereso por las organizaciones que buscan un cambio, y también por eso siento la responsabilidad de criticarlos cuando, aun con las mejores intenciones, promueven algo que me parece un engaño.

Porque tengo algo de esperanza me alegro de que muchas comunidades en distintas provincias de nuestro país tengan la valentía de enfrentarse a la represión para defender, pacíficamente, la salud de las personas contra el negocio de la minería a cielo abierto. Y me alegro también cuando leo la nueva y avanzada Constitución con la que cuenta Bolivia desde el año pasado, un hito en la historia de Latinoamérica y noble ejemplo de los resultados del “activismo” de la gente en defensa de sus propios intereses comunes.

Pero una cosa es ser esperanzado y otra es ser ingenuo. Y por eso, lamentablemente, no puedo experimentar ninguna alegría cuando leo, en el mail del activista de Zeitgeist, que es un movimiento donde todos desean lo mismo, “el Proyecto Venus”, y agrega, aludiendo a mi texto: “Es romántico estar contra de la tecnología. ¿Pero cuál es el argumento para estar en contra de ella si es bien utilizada?”

Me sobran argumentos en contra de la concepción tecnocrática del mundo que va de la mano del Proyecto Venus, el cual parte de la inquietante premisa de que “todos los problemas de la sociedad, incluyendo a la sociedad misma, son técnicos por naturaleza”. Y en consecuencia propone abolir la política: “Son los técnicos los que te dan electricidad y agua. Los que te dan vehículos. Los que te dan celulares para comunicarte. Es la teconología la que resuelve problemas, no la política”.

Eliminando la división entre política como reino de los fines y técnica como reino de los medios, pretenden que la solución sería entregarles a las máquinas nuestro poder de decidir: “La transferencia de la toma de decisiones a la inteligencia de las máquinas es la siguiente fase de la evolución social. Esto reduce enormemente el error humano y remueve los peligrosos prejuicios, subjetividad y opinión”, se afirma impunemente en el manual que difunde el magnate Jacque Fresco, el ideólogo de este movimiento que supuestamente está contra el dinero, desde su propiedad de 85 mil metros cuadrados en el estado de Florida.

En ese terreno privado ha desarrollado un modelo de ciudad que plantea para el mundo entero –con edificios diseñados en su centro de investigación, transportes ultraveloces, campos de golf al por mayor– y no duda en cobrar 8.000 euros por cada conferencia en la que explica que habrá que destruir las antiguas ciudades para reemplazarlas por éstas. Y nos hace llegar sus ideas a través de un video de propaganda, Zeitgeist addendum, que termina con el logo de Siemens, corporación que está entre sus patrocinadores y que fabrica los trenes futuristas que circulan en Venus.

Resulta obvio que no cualquier persona, ni cualquier país, contaría con los recursos tecnológicos para crear e implementar a escala mundial la sociedad cibernética que Fresco propone, un sistema en el cual los ciudadanos de la Tierra convergeríamos para entregar nuestra voluntad a decisiones automáticas, fruto de cálculos y previsiones de tipo científico, en base a puros criterios de eficiencia. ¿Sería justo que una elite de técnicos financiada por millonarios fuera la encargada de administrar los recursos de todo el planeta?

No hace falta remitirse a la emblemática Dialéctica de la ilustración de Adorno y Horkheimer –aunque no estaría mal que la leyeran estos activistas– para saber que la tecnología nunca es neutra. La técnica lleva en sí la marca de la voluntad, que es anterior a ella y depende de la percepción que los seres humanos tienen de sí mismos. La técnica construye el mundo, pero hay una voluntad humana que le ha dado nacimiento. Se trata de algo diametralmente opuesto a la doxa de Zeitgeist, que “naturaliza” la tecnología. ¿Acaso las máquinas de Venus no serían controladas por los dueños del sistema que ellos mismos han creado?

La técnica no es neutral, porque impone un mundo con determinadas características que no podemos dejar de habitar, y al hacerlo contraemos hábitos que transforman nuestro modo de vida en una dirección que no hemos elegido. La cibernética tiende a perder incluso ese carácter de mundo independiente que tenían las primeras maquinarias de la época moderna, hasta el punto de que estas máquinas comienzan a parecer pertenecientes al cuerpo humano como el caparazón al cuerpo de una tortuga.

La ideología tecnocrática fomenta la aceptación pasiva de una realidad que nos inscribe en un sistema que actúa por sí mismo. Y allí donde el espacio vital de las personas es enteramente generado y hecho posible por los más avanzados aparatos técnicos, los seres humanos devienen triviales funcionarios de dicho sistema, y su identidad termina reducida a su funcionalidad. Se llega de ese modo a lo contrario a la libertad que propugnan los activistas de Zeitgeist.

Pero vivimos en un tiempo extraño, en el que la derrota de la inteligencia humana se celebra como un triunfo.

fuente: criticadigital.com.ar

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2 comentarios:

  1. Anónimo dijo...:

    Interesante...particularmene estoy a favor de la tecnocracia pero no muy de acuerdo con lo del "proyecto venus" (difieren en varias cosas); Fresco viene ya con una idea de que esa es la que resulta, de que es asi como se debe hacer pero sin tomar en cuenta algunos factores, quiere darle un giro al mundo en 180 como si tuviera la solucion a todo, incluso acabando con tradiciones por considerarlas comerciales, que si lo son pero son tradiciones. Me pregunto que pasaria si alguna persona le dice que hay un mejor diseño de ciudad por ejemplo...o que simplemente no se necesita destruir las ciudades (y toda la historia se destruye tambien?)..

  1. BCaster dijo...:

    Usuario anónimo, tengo que decir que Fresco jamás ha dicho que todas las ciudades junto con su historia y cultura tengan que ser destruidas, incluso hace referencia a la posibilidad de dejas las antiguas ciudades como ciudades museo( aunque no todas ), y con respecto a la cultura y tradiciones ha hecho mención de que no tiene intenciones de quitárnosla , aunque eventualmente y con dicho modelo social la cultura se podría perder o modificar.

    Y al autor, en si la técnica no es neutral, ni mala, ni buena, es una herramienta, la cual puede ser usada por cualquier propósito independientemente de sus objetivos, metas o visión, y que como menciona es directamente afectada por la voluntad de la persona que la desarrolle. Desafortunadamente aquellas personas no podrían y no deberían en si, especificar con mejores palabras lo que la técnica es, tendrían que decir que es neutral para facilitarle al ser cuyo conocimiento es inferior el tratar de comprender a lo que se refieren exactamente, técnicamente los confundiría como sucede conmigo al leer tu articulo dadas mis inferiores capacidades de abstracción y síntesis. Cito a Jacques Fresco aunque de una forma incorrecta acerca de tienes que utilizar palabras mas claras o sencillas inclusive con ejemplos visuales para que las demás personas puedan comprender a lo que te refieres.

    El mundo tecnato puede ser que sea desde tu punto de vista impuesto y nos obligue a seguirlo independientemente de nuestros deseos o voluntades, provocada por la voluntad de otra persona, grupo y organización, pero ¿Qué te hace pensar que no es posible construir un sistema social el cual este pensado mediante un ser cuya voluntad da preferencia a la voluntad libre de las demás personas?. Después mencionas algo que puedo comprender como la necesidad y dependencia impuesta que tenemos hacia los medios electrónicos, que en si no es absolutamente necesaria para poder vivir, pero que usted como persona libre tiene la decisión de dejarlos, a pesar de lo que le pueda afectar a usted ya sea negativa o positivamente (hasta aquí lo dejo no deseo extenderme mucho con esto).

    Aunque no entiendo aun a que se refiere usted con: "los seres humanos devienen triviales funcionarios de dicho sistema, y su identidad termina reducida a su funcionalidad". Pareciera como si creyera que no es lo mismo que sucede hoy en día con nuestro sistema social actual.

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